Miguel Ángel Velázquez: Ciudad perdida
Lo miraban a él y luego buscan en los ojos de los otros algo que diera certeza a sus sentimientos. No se despedían del Presidente, sino de uno de ellos, de alguien con quien compartieron una y otra vez este Zócalo hoy irrepetible, entregado a una ceremonia del adiós que calaba.
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